El seguro educativo tiene como objetivo ofrecer una garantía para la educación superior de los hijos, incluso en el caso de que el padre, la madre o el tutor fallezcan o se vean incapacitados para proporcionar apoyo económico debido a una invalidez ocasionada por un accidente o enfermedad.
Esto no ocurre si el dinero se maneja a través de productos bancarios, ya que el ahorro queda incompleto si el contratante, que es el padre o la madre, fallece o queda incapacitado.
Con el seguro educativo, el capital que recibirá el menor asegurado está asegurado, puesto que la entidad se compromete a continuar pagando el seguro hasta que el menor alcance, generalmente dependiendo del plan, la institución y los padres, los 18 o 22 años de edad, que es el momento en que la aseguradora entregará los fondos para que el menor continúe sus estudios.